viernes, 22 de mayo de 2009

Credulidad Ingenua

El otro día platicábamos con amigos a los que la sociedad no les ha dado la oportunidad de vivir con las comodidades básicas con las que los que escribimos y leemos esto pudimos crecer, y desarrollaron una charla con pocas palabras, pero que describía mucho, describía esperanza y gran admiración por los Jóvenes que estudian en la universidad y por consiguiente a quienes han logrado sacar un grado universitario;
Esto me enfureció, ya que duele saber que alguien confíe así en nosotros y que ni siquiera nos dignemos a verlo, y no conformes con eso existan inconscientes de mierda que se atreven a decir que ellos viven en la miseria “porque no aprovecharon las oportunidades de la vida o son huevones”.
Pensando en eso escribí el siguiente texto:

Credulidad ingenua

Injusticia, impotencia, culpa, rabia, ganas de gritar, ganas de acarrear uno a uno a quienes no han visto esta realidad, para que tomen conciencia de el papel que ellos podrían y tendrían que jugar en el desarrollo de la sociedad; ganas de tener todo el poder en mis manos, de atender al clamor, de justificar esa injusta fe, esa injusta esperanza, incluso ganas de arrancar de golpe esa ilusión, ganas de abrir los ojos a una estúpida realidad.

Abrir los ojos a una fría y egoísta realidad que día a día golpea a los necesitados, necesitados de atención, necesitados de oportunidades, necesitados de igualdad y de dignidad; no de banalidades, jamás necesitados de unas sobras de pan o alimento de mala fe ,que únicamente trata de limpiar la conciencia de quien se siente en el fondo culpable y no logra vivir en paz, y por eso se esconde en juguetitos caros, en babosadas inservibles y en asistencialismo desganado; Abrir los ojos y dar la mano a un pueblo que lo que menos necesita es lastima y sobras.

Hoy no puedo decir nada bello, no puedo decir nada agradable ni exaltar a esta mi patria; hoy solamente veo las injusticias y las desigualdades, hoy solamente veo que aquel al que damos la espalda, al que nos da asco ver, al que no nos acercamos por su olor y lo hacemos de menos, al que le salimos huyendo por miedo a ver lo que nuestro individualismo y egoísmo ha formado; esa realidad que nadie quiere ver, esa verdad absoluta, esa ilusión galopante, esa persona extraña, ese ser humano, el aún cree en mi, el que cree que lo volteare a ver, el que cree que le extenderé la mano, el que cree que será tomado en cuenta; aquel que confía en que si estudio y me preparo algún día le agradeceré la oportunidad que su miseria me ha brindado, aquel que confía que algún día los intelectuales y profesionales del país verán algo más que sus botellas y mujeres, algo más que sus libros y ambiciones, algo más que el puto egocentrismo de fanfarronear su conocimiento, aquel que confía en que algún día será visto como un par. No lo defraudare.

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